Me pasa cada vez que vuelvo. En la otra ciudad camino
conociendo las calles, sé que cruzaré a alguien conocido (es inevitable) y las
horas van con la calma de un río de llanuras. En esta ciudad, las esquinas tienen
nombres que me suenan pero sólo eso. Nadie sabe de
mí (casi nadie). Las bocinas, la música, las horas, se apilan como ladrillos, de
tamaño carprichoso, en un orden tambaleante, siempre a punto de caer.
libertad, plaza de la
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En la EMR preparamos un *Diccionario de Rosario* inspirado y basado de
alguna forma en el que Wladimir Mikielievich escribió durante casi toda su
vida. C...
Hace 1 semana
Esa sensación de anonimato que uno tiene en la gran ciudad me resulta liberadora por momentos y me atemoriza también.
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