martes, 7 de agosto de 2012

Dos ciudades


Me pasa cada vez que vuelvo. En la otra ciudad camino conociendo las calles, sé que cruzaré a alguien conocido (es inevitable) y las horas van con la calma de un río de llanuras. En esta ciudad, las esquinas tienen nombres que me suenan pero sólo eso. Nadie sabe de mí (casi nadie). Las bocinas, la música, las horas, se apilan como ladrillos, de tamaño carprichoso, en un orden tambaleante, siempre a punto de caer.

1 comentario:

  1. Esa sensación de anonimato que uno tiene en la gran ciudad me resulta liberadora por momentos y me atemoriza también.

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