El subte se detiene. Se abre la puerta y la mujer duda. Se queda en el borde del vagón. Es voluptuosa. Una pollera de verde subido le aprieta las caderas. Lleva unos tacos de corcho, los labios pintados, una melena negrísima enrulada. Lleva también un cochecito de bebé plegado. Es un poco mayor para ser madre, quizás. O no. La gente adopta chicos, se somete a fertilizaciones, se enamora de gente más joven que tiene hijos, es amiga de gente con hijos, hereda niños de padres que no pueden criarlos, niños dejados a la deriva. El mundo está lleno de chicos que necesitan una mujer maciza que los abrace y los sostenga.
--No, mamá, no subas –le dice alguien que no aparece en el cuadro.
El subte cierra las puertas y sigue.
--Está demasiado lleno, mierda –le dice una chica. Se aleja de las vías y vuelve a sentarse en uno de los bancos del pasillo. Sostiene una cunita portátil con un niñito o niñita dentro. Es alta, con una mini y el pelo cobrizo, suntuoso, cayéndole por los hombros, con un flequillo tupido. Carga un bolso con pañales que asoman, lleno de moños colorados y brillos. En el antebrazo derecho lleva tatuada una chica parecida a ella, con el pelo más violeta. Cuando fue madre, Patti Smith se debe haber visto más o menos así.
--En esta ciudad no puedes estar. El otro día un hijoputas frenó ahí, ahí, a dos pasos de nosotros ¿puedes creerlo? –sigue la chica. Tiene acento español.
--Sí, sí, me imagino. Pero vos, también, no podés ponerte así, tan nerviosa –susurra la madre. Se sienta en el banco. Se alisa la falda. La madre habla castellano.
¿Por qué la encantadora chica tatuada habla español? Porque sus padres se separaron de pequeña y ella se fue con su padre, a España. Ahí estudió arte, curaduría de museos, arquitectura, canto. Aquiló un piso junto a unos argentinos, unos holandeses, unos ingleses, todos varones bonitos que se paseaban en cueros. Parece que se fue de su casa tras una discusión con su padre. Eso no fue todo. El padre le escribió una carta diciéndole que ella era un verdadero infierno, que él no entendía como un sobreviviente de los setenta podía tener una hija así, que se drogaba con cualquier cosa y escupía en el piso. Ella nunca dijo nada de eso. Volvió una temporada al país. Con su madre las cosas no anduvieron mejor. La chica cree que todas las mujeres se vuelven un poco locas cuando se convierten en madres. Es imposible mantener la cordura sabiendo que en tu cuerpo va creciendo un ser complejo, fascinante, que será tuyo pero no, que tendrá una vida propia, que te amará aunque llegue a odiarte, que siempre estará buscando el camino a casa y vos no le podrás decir demasiado sobre cómo llegar hasta ahí, porque vos también estarás perdida.
La chica se volvió a España y finalmente se embarazó. Del más bonito de los ingleses, por ejemplo, un chico con madre inglesa y padre indio, de piel bronceada que olía a azahar y manteca, porque así de exóticos y sensuales son los aromas que despiden los chicos lindos. Él consiguió trabajo en el museo Reina Sofía, como gestor cultural o algo así.
Estuvieron juntos un tiempo pero la cosa está en stand by. La chica maduró un poco además. Volvió un tiempo mientras piensa cómo seguir. Ahora cree que su madre es una excelente abuela. Hace poco se lo dijo al padre, durante una visita relámpago que el padre hizo al país para dar una conferencia sobre los setenta en un museo de la memoria. Fue durante una cena donde el padre estaba irritado porque se le resbalaban los cubiertos de las manos y no podía saber por qué. El tenedor quedó al lado de la pata de la mesa tras la conversación.
--Ahora esperamos el próximo subte y lo tomamos. No va a venir tan lleno –opina la madre.
La chica apoya la cuna portátil en el banco. Se pone en cuclillas a la altura de su hijo.
--Lindo, lindo, lindo –le susurra mientras frota su nariz contra los piecitos del bebé, que se ha despertado. Los dos ríen.
día del niño
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Recién este sábado al mediodía cuando salí a la calle y vi la mesa de
juguetes en la vereda del kiosco de Walter caí en la cuenta de que el
domingo era e...
Hace 1 mes
excelente
ResponderEliminarQué hermosura Ivana. Este párrafo: "Es imposible mantener la cordura sabiendo que en tu cuerpo va creciendo un ser complejo, fascinante, que será tuyo pero no, que tendrá una vida propia, que te amará aunque llegue a odiarte, que siempre estará buscando el camino a casa y vos no le podrás decir demasiado sobre cómo llegar hasta ahí, porque vos también estarás perdida" me saca lágrimas.
ResponderEliminarMe gusto mucho el corto cuento de arriba, pero siento que debo dar mi propia interpretacion de eventos, ya que no me siento identificada con la protagonista - aunque se que se basa solo vagamente en mis relatos.
ResponderEliminarDe todos modos son mis experiencias. Y me gustaria acalarar que para mi fueron distintas.
No fui punk - no me puedo identificar con ese movimiento tan machista, donde el rey testosterona y la destruccion reinan a las masas atontadas con anfetamina.
Cuando mi padre me llamo insolente en una carta larguisima y conmovedora - contra mi nueva busqueda por la independencia - yo me vestia con una chaqueta de terciopelo (tenia una negra y otra de ojo oscuro), usaba botas de Doctor Martens y jeans negros apretados (eran Levis 501). Mis largos rulos me acariciaban la cintura y mis ojos siempre estaban pintados por arriba y por abajo con kohl.
Me encantaba la literatura, amaba los cuentos de ciencia ficcion. Escuchaba a Blur, Suede y los Lemonheads. Me emocionaban chicos flaquitos con pelo largo y ojos enfermisos que se entregaban con todo a la lectura.
En esos dias, mi padre y yo charlabamos sobre arte y a veces jugamaboms al ajedres. Me facinaba la caligrafia, la historia Griega y me gustaba muchisimo cocinar.
Pero tambien soniaba con salir a ver musica en vivo con amigas, con tener pareja (me lo imaginaba a Keanu Reeves). Y sentia que recien descubria la vida y que en mis pequenias manos cabian aventuras inalcancables. Una de las muchas novias de mi padre en ese momento me llevo a Paris, y nunca volvi mas.
Me apoderaban momentos de sincera frustracion con lo que me sobrellevaba en ese momento - la busqueda de la indentidad propia.
La experiencia y la adultez se median entre los chicos de mi edad por pequenas libertades, libertades que mi padre no me sabia dar.
El a su ves, escondido en su largo trabajo, su busqueda por el amor, sus propias frustraciones de la separacion y con las mudanzas seguidas, nos hicieron pequenios tiranos el uno con el otro.
Al fin descubri, hace poco, que el nunca quizo que yo me vaya de casa. Solo era una amenaza igual a las que sus propios padres le hacian a el, para que yo me asuste un poco y volviera a ser la ninia de antes. Imposible. Lo tome muy en serio.
Me fui con mi madre. Ahora que lo pudimos hablar finalmente... Un alivio. Y un reto tambien reconstruir muchos anios de soledad y tristeza.
Lo quiero mucho a mi padre - es una inspiracion. Pero, en fin. Esos anios perdidos los sentimos mucho los dos.
Desde el anio 2003 yo fui el 'padre' postizo del hijo de mi mejor amiga. Ella es para mi como una pareja por que siempre me cuido como una mujer cuida a su esposo. Y yo lo cuide al hijo como si fuera mio.
Para mi, es el chico mas especial del mundo. Ahi si me identifique. Mi madre no lo conoce. Trabajando todo el tiempo como medica de pacientes de VIH significa que no tiene tiempo para mucho - y es por eso justo que la admiro.
Queria compartir esto contigo. Me parece justo.
Un beso grande - te quiero mucho. Inti