Te asomás. Dejo el libro entre las sábanas.
No, no venís a la cama.
Sólo vas a cerrar la puerta un rato
para que el televisor no moleste.
Tus gestos empiezan a ser cotidianos.
Como las hojas que caen y el árbol,
que ya no tiembla si queda desnudo.
Recuerdos de otra guerra y otras noches (I)
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Estos días llenos --o vacíos-- de noticias de una guerra que no termina de
suceder me hacen recordar otra guerra, otros días y, especialmente, otras
noch...
Hace 3 días
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