Quizás sea porque esta mañana me desperté sola
y sobre la cama yacía un sueño escapado de la noche,
traspapelado como una boleta de luz
bajo la puerta de una señora que ha muerto.
Seguro que el sueño se escapó a través de mis piernas. Lo encontré ahí.
Soñé que expulsaba de mí un niño.
Lo guardaba en una canasta diminuta
y aquí lo tengo.
y aquí lo tengo.
He parido un hijo de niebla.
Ahora deberíamos apurar el asunto de la casa compartida.
O acunar a nuestro hijo hasta olvidarlo.
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