--¿María no está? --preguntó la mujer parada en medio de la sala a oscuras.
Era una tarde de invierno de 2007. El diario había anunciado que ese día María Moreno presentaba libro nuevo. Pero las dos que habíamos leído esa información éramos la mujer y yo. La gente no lee diarios. O quizás no le prestan atención.
--No, María no está --dije por fin. Y me ofrecí a ir a averiguar abajo lo que había pasado.
Bajé la escalera con el corazón en la boca. Y volví a subirla con un rezo secreto "que ella siga ahí, que ella siga ahí". Estaba. Alta, los ojos claros, la boca pintada. Tan Juana.
Averigüé y le dije que la presentación se había corrido al día siguiente. Ella susurró "uf" y se perdió en la escalera como un sueño.
Juana Bignozzi. La que escribió los poemas de Mujer de cierto orden que leí cuando era adolescente y que me había puesto los pelos de punta con esos versos tan obsecados donde Mujer se definía a sí misma como "temible / sí / temible". Ella era. La había escuchado leer en Rosario y ahora, en Buenos Aires, la tenía frente a mí. Y no pude decirle más nada a mi Nina Hagen de grano en la nariz y prosa filosa, clavada en mi corazón como un vudú.
Una entrevista excelente de Osvaldo Aguirre a Juana y poemás inéditos, acá.
día del niño
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Recién este sábado al mediodía cuando salí a la calle y vi la mesa de
juguetes en la vereda del kiosco de Walter caí en la cuenta de que el
domingo era e...
Hace 1 mes
La escena parece casi surreal. un poco onírica. Qué buen encuentro! NO hacía falta que le dijeras nada!
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