Te asomás. Dejo el libro entre las sábanas.
No, no venís a la cama.
Sólo vas a cerrar la puerta un rato
para que el televisor no moleste.
Tus gestos empiezan a ser cotidianos.
Como las hojas que caen y el árbol,
que ya no tiembla si queda desnudo.
eichmann (aún) vive en jerusalén
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El siguiente texto es parte del libro *Palestina: Anatomía de un*
genocidio, cuyo prólogo puede consultarse en el sitio de Tinta Limón
ediciones, que lo ...
Hace 3 semanas