lunes, 25 de enero de 2010

Melincué (poema)

 Sigo la ruta de unos patos

que han bajado hasta el borde de la laguna.


Los que nadan.

Los que acicalan sus plumas.

Los que graznan a borbotones

como si se les acabase el día.

Nadie molesta a los patos.

Los bañistas se han ido muy lejos,

aunque olvidaron aquí sus sombrillas.

Las paredes del hotel mudo

conservan una marca de agua

como arrugas del disgusto

que la inundación le ha causado.

 

Creo que debería quedarme un rato más así,

al acecho entre los juncos,

de espaldas contra el cielo.

 

¿Es este el sueño de volar

hacia las nubes

delgadas como viejos vestidos?

 

¿Habitás un hotel

en la otra orilla

sin mí?

 

miércoles, 20 de enero de 2010

Los animales más pequeños del mundo, en peatonal Florida (crónica)

Hace un tiempo, había dejado de verla. Pero ahora Susana volvió a vender sus animalitos pintados, hechos con semillas huecas. Tortuguitas, pájaros, caracoles, peces e inclusive dinosaurios conviven sobre una manta de colores que esta chica, oriunda de Ecuador, extiende sobre peatonal Florida.
La crónica que escribí como Juana Menna para Las 12, acá.

lunes, 18 de enero de 2010

Par de sandalias con brillos (relato con crónica)

Con agradecimiento especial a M.

--Algún día te vas a acordar de esto y te vas a reír --me dijo la mujer. Y siguió pegando la sandalia con cinta scotch muy gruesa. Sucedió ayer, domingo, en medio del calor húmedo que en Retiro es aún más angustiante, porque Retiro --con esa mezcla de sudores y humos de colectivo y aslfato indolente al rayo del sol-- es como un pasaje ciego donde el tiempo se detuvo. Mejor huir cuanto antes. A menos que tu sandalia se rompa. En ese caso, puede suceder que te quedes varada allí o que alguien te ayude. A mí me ayudó una mujer de pelo rojo que vendía roscas de chipá debajo de una sombrilla.
Cuando me vio con la sandalia en la mano, se acercó y me alcanzó unos afileres de gancho, que hundí entre los brillitos de la sandalia y la suela, que de tanto andar, ya está un poco menguada. Con esas sandalias anduve por el pueblo donde nací, por Rosario, por Buenos Aires. Son ese tipo de objetos que han resistido mucho más que lo que debían. O sea, nada tengo para reprocharles.
La mujer me ayudó a pegarlas también con cinta y así llegué a destino.
Hace un año, otra mujer también me había socorrido en una circunstancia parecida. La anécdota se transformó en crónica que publiqué en Las 12 (ver acá)
Sí, ya sé que las sandalias no van más. No creo que venga otra a ayudarme la próxima vez que se me rompan. Ahora, como Charlotte von Mahlsdorf, como Julio Chávez, yo soy mi propia mujer.

sábado, 16 de enero de 2010

Taller Laberinto, experiencia de arte y amistad

Cuando era chica, mis padres me regalaron una edición del libro Zoo Loco, de María Elena Walsh, ilustrado por Ruth Varsavsky, esposa del humorista Oski. Muchos años después tuve la dicha de conocerla personalmente a ella y a su amiga Alicia, esposa de León Ferrari. Juntas durante los sesenta y hasta que la dictadura militar se tragó todo, ellas estuvieron al frente de Taller Laberinto, una experiencia de arte, de amistad, de trabajo, de persistencia de la que también participaron sus maridos y sus hijos.
A raíz de la publicación de un libro sobre el taller, entrevisté a Ruth y Alicia. 
La nota, acá.

viernes, 15 de enero de 2010

El cumpleaños (relato)

Siete personas se sientan en la mesa rectangular del restaurant.
De un lado, dos chicas, una sentada junto a un hombre que permanece ausente, mirando la televisión. Ellas conversan sobre ropa. Del otro lado, una mujer con su marido canoso, que lleva bermudas color caqui y zapatos de cuero que brillan. Al lado, una pareja joven. Él habla con el hombre canoso. Ella no habla. Mira las rayitas del mantel y las repasa con el borde de las uñas.
El hombre canoso pide la carta y ordena para todos.
La chica que no habla se levanta y va al baño. Vuelve y se sienta. Empieza a sudar. Tiene el pelo fino y castaño claro que empieza a caerse sobre su cara mientras ella se mueve como si tuviera convulsiones. La chica se desmaya.
Las otras dejan de hablar. El hombre que mira televisión fija la mirada en el lugar vacío de la chica caída bajo la mesa. El hombre canoso deja de hablar con el que la acompaña. Este último le sube las piernas sobre una silla y le limpia el vómito que ella tiene en la comisura de los labios. La mujer del canoso mira hacia otro lado, se aprieta las solapas del saquito de lino que lleva sobre los hombros por si refresca, por si el aire acondicionado es inclemente.
La chica que se desmayó se abraza a la cintura del hombre que está con ella, mientras un mozo pide un taxi por teléfono. La chica logra sentarse. Se quita los mechones de pelo de la frente húmeda, sudada, fría. "Estoy bien, estoy bien", repite aunque nadie le pregunta. Llora en silencio.
Llega un taxi y la pareja se va.
Las chicas que quedaron en la mesa vuelven a hablar. Un mozo lleva la comida. Otro acomoda la silla vacía en su lugar.
El hombre canoso le pide a su esposa que prenda unas velas que son como bengalas, con luces que crepitan en la punta y despiden chispas. Mientras tanto, él desenvuelve una torta. La mujer empieza a cantar que lo cumplas feliz y hunde las velas en la masa. El resto aplaude sin mucho entusiasmo.
El hombre canoso corta la torta con un cuchillo grande y afilado. Reparte la torta en porciones iguales. Ríe mientras se mira la punta de los zapatos.

jueves, 14 de enero de 2010

Soy ese puntito- crónica

El verano pasado, cuando estalló la crisis económica internacional, se me ocurrió pensar de qué modo los cimbronazos políticos afectan a las mujeres. Juana Menna (mi alter ego) escribió esta crónica a raíz de esa situación.
El texto, acá.

Continúa el conflicto laboral en diario Crítica

El viernes 15 las 13.30, los/as trabajadores/as convocan a todas las comisiones internas de medios de comunicación, a todos los sindicatos, a todas las organizaciones sociales y políticas a acompañar el reclamo en el Ministerio de Trabajo, en Callao 114.

Para saber más, leer acá.

miércoles, 13 de enero de 2010

30 años de "Música para camaleones": Truman Capote según Patricia Suárez

El texto, aquí.

La Cenicienta que no quería comer perdices (y lo bien que hacía)

Una escritora y una ilustradora española dieron vida a una Cenicienta que va a la fiesta, se emborracha, desconfía de pequeños los zapatos de taco como medida de la felicidad y se inventa un presente con menos fantasía pero mayor plenitud.

Entrevista a las escritoras aparecida en suplemente Eñe, acá.
Cuento para disfrutar en pdf, acá.

martes, 12 de enero de 2010

Toro sentado a la sombra

A fines de 2006, el Centro de Estudios Avanzados en Periodismo Narrativo, que dirige Daniel Ulanovsky Sack, premió este trabajo que escribí, publicado originalmente en la revista El Vecino, de Rosario.
Es la historia de Fabricio Simeoni, poeta, filósofo, periodista, que vive en silla de ruedas por una enfermedad que él mismo explica.
Empieza de este modo:

--Es así. Cuando avanzamos por la calle, sólo tenés que empujarme. Cuando subimos un cordón, apoyá el pie en el caño de atrás, el que está debajo mío, y hacé fuerza. Tienen que subir primero las dos ruedas de adelante, levantadas. Es como si hicieras un willy.
--¿Te podés caer?
--No me caigo. A lo sumo, se ladea mi cabeza. En ese caso, tomala por la frente, desde atrás. y apoyala contra el respaldo, mientras seguís manejando. Así quedo bien.
--Bueno, voy a intentarlo. Teneme paciencia.

Sigue acá.

El diario Crítica en situación crítica

Este es un comunicado que la Comisión Interna del diario Crítica está haciendo circular en la web sobre la situación laboral de sus trabajadores/as.

Desde mañana martes, el diario Crítica de la Argentina se verá distinto: los trabajadores decidimos retirar las firmas de todas las notas hasta que la empresa editora Papel 2.0 abone los salarios de diciembre de 2009, todavía impagos. Junto a esta medida, este miércoles 13 de enero, a las 13.30, nos movilizaremos a la sede del Ministerio de Trabajo en Callao 114 (esquina Bartolomé Mitre).
Las únicas notas que aparecerán firmadas en los próximos días serán las escritas por colaboradores externos, quienes también reclaman pagos atrasados pero cobran por nota publicada.
Estas medidas, votadas por unanimidad en la Asamblea de Trabajadores del lunes 11 de enero, se realizan en reclamo de:
— Pago en término de los salarios y aguinaldo. Pese a que la empresa avisó el 5 de enero que pagaría los sueldos fuera del plazo legal y en cuotas a partir de la fecha, los trabajadores nos encontramos hoy con un nuevo incumplimiento y otra promesa de pago de una “primera cuota” recién para el viernes 15. Así se repite lo ocurrido con los haberes de noviembre, que fueron pagados con demora y en tres cuotas. Además, Papel 2.0 tampoco abonó aún el medio aguinaldo de diciembre y sólo prometió que lo haría el 22 de enero.
— Firma del acuerdo por la recomposición salarial de 2009. La patronal se niega a firmar un acuerdo salarial, a pesar de que el anterior caducó el 31 de octubre pasado y de que los trabajadores habíamos iniciado las negociaciones con la suficiente antelación, a fines de septiembre de 2009. Ya hubo un acuerdo verbal sobre las sumas y los porcentajes, pero la empresa pretende prolongar su vigencia por un plazo de diecisiete meses (hasta el 31 de marzo de 2011), algo insólito e inédito en nuestro país.
— Regularización de la situación de los colaboradores. Quienes facturan por sus notas —varios de ellos en condiciones de ser «blanqueados» según las normas que rigen la actividad periodística— no cobran desde agosto de 2009, con una deuda acumulada de $144.000. La empresa no respondió siquiera a la propuesta realizada por los mismos colaboradores de establecer un plan de pagos para saldar esa deuda.
Convocamos para este miércoles, a las 13.30, a todas las comisiones internas de medios de comunicación, a todos los sindicatos, a todas las organizaciones sociales y políticas a acompañar nuestro reclamo en el Ministerio de Trabajo. Allí los delegados de la Comisión Interna asistirán a una nueva audiencia de conciliación de partes convocada por la cartera laboral.
COMISIÓN INTERNA DEL DIARIO CRÍTICA DE LA ARGENTINA
Contactos:
Martina Noailles: 15-6562-6566
Edgardo Imas: 15-6104-8205

lunes, 11 de enero de 2010

Las mujeres gordas

El domingo el diario La Nación puso entre sus notas de tapa, el siguiente titular: "Las mujeres engordan al casarse, incluso si no tienen hijos".

Parece ser que un muy científico estudio de una muy seria universidad australiana asegura que luego de "analizar" a unas seis mil mujeres (qué número serio y cuantioso, eh?) llegó a la siguiente conclusión: el peso promedio adquirido durante diez años por una mujer de 70 kilos fue de diez kilos si tenía un hijo y una pareja; de casi siete kilos si tenía pareja, pero ningún hijo, y de cinco kilos si no tenía ni hijos ni pareja.

Muy púdicamente, el artículo de La Nación advierte: "el número de mujeres con hijos pero sin compañero fue demasiado pequeño como para extraer conclusiones estadísticamente significativas".

A lo largo del artículo, aparece varias veces la frase "el cuerpo de las mujeres" como una especie de objeto inanimado, que de todos modos debe ser fascinante para convocar a gente seria alrededor suyo. "El cuerpo de las mujeres" para la persona que redacta el artículo es una especie muy rara que, por eso mismo, quizás pueda ser peligrosa. Uno/a nunca sabe que se puede esperar de un objeto tan caprichoso llamado así, "El cuerpo de las mujeres", un nombre rimbombante si nos ponemos a pensar. Un nombre parecido a "rinoceronte" pero más largo, a "puercoespín" pero más terso; un nombre sugestivo, casi publicitario. No, seguramente se trata de un objeto que se debe mantener a raya, un animalito que hay que enjaular como un hamster, que hay que poner en escena aunque también se deba resguardar su rareza, no vaya a ser cosa que el objeto se desmadre y adquiera vida propia.

El artículo está acompañado por una ilustración que no encontré en la web. A la derecha se ve un vestido de casamiento que envuelve una silueta sinuosa y flaquita. El vestido no tiene cuerpo adentro, sólo una percha en el lugar de la cabeza. A la izquierda hay una mujer redonda, que mira de reojo el vestido flaquito sin cuerpo.

El artículo se complementa con un recuadro que dice "Los varones engordan aún más". Parece que otra universidad, también seria y estadounidense, se tomó el trabajo de andar 32 años tras 12 mil personas para llegar a la conclusión que les cuento más arriba. Eso sí, el artículo sobre los varones gordos es más chiquito, un complemento, una nota al pie.

Me incomoda que las mujeres seamos tratadas como cuerpos, por más estudio científico que respalde la investigación. También, que aquellas con hijos pero sin compañero (oh, atrocidad) sean dejadas de lado por un estudio que en el fondo no pretende inquietar al lectorado dominguero sino, quizás, llenar una página con alguna nota liviana, que ponga un poco de tranquilidad en medio de tanto panorama político encrespado.

Otra cosa que me resulta insólita es que éste es un típico caso de "nota sin nota". A ver, si el dato más relevante es que, bajo circunstancias similares, los varones engordan más que las mujeres ¿por qué se pone el foco en las mujeres?

Y también me pregunto ¿Por qué el cuerpo de los varones no es puesto bajo lupa y el nuestro sí? ¿Por qué nuestro cuerpo es tratado como un objeto independiente de nosotras, partido, inerte, peligroso, acechante con esa gordura que le puede crecer por aquí o por allá?

Escribe Clarissa Pinkola Estés en Mujeres que corren con los lobos: “Despreciar o juzgar negativamente el aspecto físico (…) de una mujer es crear una generación tras otra de mujeres angustiadas y neuróticas. (…) Si le enseñan a odiar su propio cuerpo, ¿cómo podrá amar el cuerpo de su madre que posee la misma configuración que el suyo, el de su abuela y los de sus hijas? ¿Cómo puede amar los cuerpos de otras mujeres (y de otros hombres) próximos a ella que han heredado las formas y las configuraciones corporales de sus antepasados? (…) En el fondo, el ataque a los cuerpos de las mujeres es un ataque de largo alcance a las que las han precedido y a las que las sucederán”.

Es decir, que mientras se nos pretenda inculcar que el peso que tengamos debe ser un desvelo y que nuestro cuerpo vale en relación inversa a lo que pesa, entonces será más fácil encorsetarnos en asuntos que en verdad no son prioritarios. Así será más fácil que no nos pensemos colectivamente, ni que pensemos en las que nos precedieron y en las que vendrán. Asuntos como la búsqueda de una sociedad justa, igualitaria, sin violencia contra las mujeres ni los/as niños/as, quedan así relegados por una balanza, constreñidos al arcón de los temas “románticos” que nada tienen que ver con la seriedad periodística, con lo que “le interesa a la gente”.

También me enoja esta idea de que para estar flaca, nada mejor que no tener un compañero (La Nación evita la idea de que hay mujeres que eligen mujeres para acompañarlas en la vida pero si el diario no lo negara otra sería la historia, otro el momento histórico, probablemente más auspicioso y con menos notas como ésta). Ni hijos/as. Paradójicamente, la institución familiar sigue siendo defendida como el lugar “natural” de las mujeres en algunas lógicas conservadoras. ¿Flacas pero solas? ¿Gordas con hijos/as y maridos/as? ¿No parece una dicotomía demasiado cerrada y absurda? ¿O no hay mandato que le venga bien a la mente bienpensante de La Nación?

Soy trabajadora de medios y sé que no siempre una tiene la dicha de escribir lo que quiera en el lugar que se le dé la gana. A veces el oficio periodístico es un trabajo respetable como cualquier otro (como el de una artista, de una costurera, de un señora que limpia casas) aunque, sí, es un trabajo que al mismo tiempo construye aunque sea un poquito esa realidad de la cual pretende ocuparse.

Entiendo que a veces hay que cerrar un edición, hay que poner cosas sí o sí para que no queden espacios vacíos, hay que apurarse para entregar materiales a tiempo. Pero creo que siempre se puede ser un poco más inteligente que las condiciones que se nos imponen. O por lo menos, intentarlo. De lo contrario, si sólo utilizamos el sentido común como criterio, el resultado son estas notas sexistas, efectistas, que se multiplican en la gráfica como bichos peligrosos. Como bichos que engordan sin culpa al calor de un periodismo que no está en su mejor momento. Y que insiste en negar esta evidencia.

Los links para ver las notas del diario, acá y acá.

 

 

sábado, 9 de enero de 2010

La imagen piensa

Texto sobre la obra de Paula Urbano, Johanna Gustavson y el grupo Almarmada.

La nota aquí

El devenir según Diego

Cuando termine la espiral
tendrás
un panorama del lugar.

El Edipo según Marcela

El problema es que su hija actúa como si fuera su madre. 

viernes, 8 de enero de 2010

Philip K. Dick quiebra el silencio

Los medios crean realidad, deciden para dónde se debe mirar e inclusive, de qué modo. Por suerte, los medios son muchos y diversos, lo mismo que las plataformas desde las cuales brindar información. Así, al menos, se contrarresta el ejército de miradas hegemónicas. También es una suerte cuando aparecen periodistas ocurrentes, que quiebran la monotonía de la información del día, tensando la delicada cuerda que divide realidad y ficción. Si no, leer con atención el último párrafo del texto escrito por Pedro Lipcovich, que se publica en Página 12.

La nota, aquí.

El amor y el tiempo según Abel

La mujer se mira fijo en el espejo. Es redonda, con una camisa con flores y el pelo corto, enruladísimo, color ceniza, atado con pinzas amarillas. Abel la peina mientras dice que a fin de año se fue a Córdoba y le pidió a un peluquero reconocido que le corte "estilo Ricky Martin" pero que cuando le dijo que él también era peluquero, el otro comenzó a ponerse nervioso y finalmente le hizo un desastre. "Por eso ahora llevo vinchita", explica Abel. Y sigue agarrando el pelo finuto y canoso de la mujer con un cepillo redondo, dale que dale con el secador apurando el brushing.
--¿Y vos? ¿Cómo pasaste fin de año? --pregunta.
--Sola.
--...
--Mi marido falleció hace seis meses. No tuve muchas ganas de festejar --dice la mujer, que se mira al espejo primero y luego las uñas coloradas de sus pies hinchados.
--Pero qué pena. Y a vos, igual, se te ve tan traquila.
--Fueron cincuenta años juntos.
--¿Ah? ¿Se murió a los cincuenta?
--No, estuvimos juntos todo ese tiempo.
Abel acomoda un mechón de pelo y apaga el secador.
--Antes que estar cincuenta años con un tipo, yo me suicido --sentencia. Y sigue con su trabajo.